Tu sierva se dijo: La palabra del rey, mi señor, servirá para tranquilizarnos; pues mi señor, el rey, es como un ángel de Dios para comprender el bien y el mal. Que el Señor, tu Dios, esté contigo'.
Él respondió: 'Mi señor, el rey; mi servidor me engañó, pues tu siervo le dijo: Aparéjame el asno para montar en él e ir con el rey; porque tu siervo es cojo.
Aquís le respondió: 'Bien sabes que eres grato a mis ojos como un ángel de Dios; pero los jefes de los filisteos han dicho: Que no vaya con nosotros a la guerra.
Tu siervo Joab ha obrado de este modo para dar otro aspecto al asunto. Pero mi señor es sabio con la sabiduría del ángel de Dios, y sabe cuanto pasa en la tierra'.
Concédeme un corazón prudente para gobernar a tu pueblo y saber discernir entre lo bueno y lo malo. Porque ¿quién, si no, podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?'.
Todo Israel se enteró de la sentencia que el rey había pronunciado y todos temieron al rey, viendo que había en él una sabiduría divina para administrar justicia.