Apenas terminó él de hablar, cuando llegaron los hijos del rey, que se pusieron a llorar a voz en grito. También el rey y sus servidores lloraron con gran llanto.
Después la aborreció con un odio extremo; de modo que el odio con el que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado, y le dijo: '¡Levántate! ¡Márchate!'.