Ella le dijo: 'No, hermano mío; echarme sería peor que lo que me has hecho'. Pero él no la quiso escuchar.
Después la aborreció con un odio extremo; de modo que el odio con el que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado, y le dijo: '¡Levántate! ¡Márchate!'.
Llamó al joven que le servía, y le dijo: 'Echa a ésta de aquí, lejos de mí, y cierra la puerta'.