El pobre no tenía nada; sólo una corderilla que había comprado. Él la había criado y había crecido con él y con sus hijos; comía de su pan, bebía de su vaso y dormía en su seno. La tenía como una hija.
El profeta y el soñador deberán morir, pues han predicado la rebelión contra el Señor, vuestro Dios, que os sacó de Egipto y os libertó de la casa de la esclavitud, queriendo apartaros del camino por donde el Señor, tu Dios, os ha mandado ir. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
Llegó un huésped a casa del rico, y éste no quiso tomar de sus ovejas ni de sus bueyes para dar de comer al huésped. Robó la corderilla del hombre pobre y se la sirvió a su huésped'.