Entonces el ángel del Señor dijo a Elías, el tesbita: 'Anda al encuentro de los mensajeros del rey de Samaría y diles: ¿Es que no hay Dios en Israel, para que vayáis a consultar a Belcebú, dios de Ecrón?
Porque todos morimos y somos como agua derramada en tierra y que no puede recogerse. Dios no quita la vida, ni quiere que el fugitivo esté exiliado lejos de él.
Entonces David dijo al mensajero: 'Dile a Joab que no se preocupe por este asunto, porque la espada unas veces devora a unos y otras veces a otros; que refuerce ataques contra la ciudad hasta destruirla. Y tú dale ánimo'.
Pero el sacerdote Sadoc y Benayas, hijo de Yehoyadá; el profeta Natán; Semeí, amigo de David; Reí y la cohorte de valientes de David, no estaban con Adonías.
Los hechos del rey David, desde el principio hasta el fin, están escritos en las crónicas de Samuel, el vidente; en las crónicas de Natán, el profeta, y en las crónicas de Gad, el vidente,
Entonces el profeta Isaías fue a decir al rey Ezequías: '¿Qué te han dicho esos hombres? ¿De dónde han venido?'. Ezequías respondió: 'Han venido de un país lejano, de Babilonia'.
'Anda y vete a ver a Ajab, rey de Israel, en Samaría. Está en la viña de Nabot, adonde ha ido para apoderarse de ella. Le dirás: Esto dice el Señor: ¡De modo que, después de haber matado, robas!