Al año siguiente, por el tiempo en que suelen los reyes salir a campaña, David envió a Joab, a sus oficiales y a todo Israel a devastar a los amonitas y a sitiar a Rabá. David se quedó en Jerusalén.
Al año siguiente, al tiempo en que suelen salir los reyes de campaña, Joab, a la cabeza de un gran ejército, marchó contra la tierra de los amonitas y la devastó. Luego puso asedio a Rabá, mientras David estaba en Jerusalén. Joab se apoderó de Rabá y la destruyó.
Se acercó entonces el profeta al rey de Israel y le dijo: 'Anda, refuérzate y considera lo que debes hacer; porque al cabo del año el rey de Siria vendrá contra ti'.
A la vuelta del año, el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia con el valioso mobiliario del templo del Señor, y nombró rey de Judá y Jerusalén a su tío Sedecías.
Og, rey de Basán, era el último sobreviviente de los refaítas: su cama era de hierro, y medía cuatro metros y medio de largo por dos de ancho, como puede verse todavía en Rabat de los amonitas)'.
Para que tiemblen los corazones y se acrecienten las víctimas, he puesto en todas las puertas la espada del estrago; hecha estás para fulgurar, afilada para matar.
Los jefes de los filisteos hacían incursiones, y en todas ellas David obtenía mayor éxito que todos los demás servidores de Saúl. Y así su nombre se hizo muy famoso.
Los amonitas, al ver huir a los sirios, se dieron también a la fuga ante Abisay y entraron en la ciudad. Entonces Joab volvió de la guerra contra los amonitas y entró en Jerusalén.
Por eso, vienen días -dice el Señor- en que haré resonar contra Rabat Amón el grito de guerra; quedará convertida en un montón de ruinas y sus poblaciones vecinas serán incendiadas. Entonces Israel heredará a sus herederos -dice el Señor-.
Gime, Jesbón, pues ha sido devastada Ay; chillad, poblaciones de Rabat; vestíos de sayal, llorad, callejead por entre los escombros, porque Melcón es llevado al cautiverio junto con sus sacerdotes y sus jefes.