Los amonitas, al ver huir a los sirios, se dieron también a la fuga ante Abisay y entraron en la ciudad. Entonces Joab volvió de la guerra contra los amonitas y entró en Jerusalén.
Al año siguiente, por el tiempo en que suelen los reyes salir a campaña, David envió a Joab, a sus oficiales y a todo Israel a devastar a los amonitas y a sitiar a Rabá. David se quedó en Jerusalén.
Abisay, hermano de Joab e hijo de Sarvia, era el jefe de los treinta. Él blandió la lanza contra trescientos, los mató y adquirió fama entre los treinta.
Entonces David dijo a Abisay: 'Ahora Sebá, hijo de Bicrí, nos hará más daño que Absalón. Toma contigo a los servidores de tu señor y persíguelo, para que no alcance las ciudades fuertes y se nos escape'.