ir a Macedonia pasando por Corinto, y de Macedonia volver a Corinto para que vosotros me ayudéis a proseguir mi viaje a Judea.
Pero, al pasar la semana, partimos. Nos acompañaron todos, con sus mujeres y niños, hasta fuera de la ciudad. Nos pusimos de rodillas en la playa, oramos,
Ellos, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaría, narrando la conversión de los paganos y causando un gran gozo a todos los hermanos.
Macedonia y Acaya han hecho una colecta, y voy a llevársela a los hermanos pobres de Jerusalén.
Que nadie le haga de menos; ayudadle para que continúe el viaje y venga a verme, pues los hermanos y yo estamos esperándole.