Pero la mujer le respondió: 'Tú sabes bien lo que ha hecho Saúl, que ha expulsado del país a los nigromantes y adivinos. ¿Por qué tiendes insidias a mi vida para hacerme morir?'.
Samuel había muerto; todo Israel le había llorado y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Saúl había expulsado del país a los nigromantes y adivinos.
Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras y exclamó: '¿Es que soy yo un dios para dar la muerte y la vida, que este me manda a un hombre para que lo cure de la lepra? Fijaos bien, y veréis que anda buscando pretextos contra mí'.