Un día Eliseo pasaba por Sunán. Vivía allí una mujer distinguida, que le invitó con insistencia a comer. Y en adelante, siempre que pasaba, se paraba allí a comer.
y fue a recoger los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán, que los tenían los de Yabés de Galaad. Éstos los habían retirado de la muralla de Betsán, donde los habían colgado los filisteos el día que derrotaron a Saúl en Gelboé.
¡Montes de Gelboé!, no caiga sobre vosotros ni rocío ni lluvia, campos traidores; porque allí fue abatido el escudo de los héroes, el escudo de Saúl: no estaba ungido con óleo,