Entonces Saúl dijo: 'He pecado. Vuelve, hijo mío, David, pues no volveré a hacerte mal, porque mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. He obrado como un insensato y me he engañado lamentablemente'.
Se estableció con sus hombres junto a Aquís, en Gat, cada uno con su familia; David con sus dos mujeres: Ajinoán de Yezrael y Abigaíl, la mujer de Nabal del Carmelo.
David dijo a Aquís: 'Si quieres hacerme un favor, te suplico que me des un lugar en una de las ciudades del campo para habitar allí. Porque no está bien que tu siervo viva junto a ti en la capital del reino'.
Todos sus servidores estaban a su lado. Todos los quereteos, los peleteos y los hititas que le habían seguido desde Gat, seiscientos hombres, marchaban delante del rey.