Cuando Aquís preguntaba: '¿Dónde habéis hecho incursión hoy?', David respondía: 'En el Negueb de Judá, en el Negueb de Yerajmeel, en el Negueb de los quenitas'.
Los hijos de Jobab, el quenita, suegro de Moisés, subieron con los de Judá desde la ciudad de las palmeras al desierto que está al mediodía de Judá, en la bajada de Arad, y vivieron con los amalecitas.
Jéber, el quenita, se había separado de la tribu de Caín, de los hijos de Jobab, suegro de Moisés, y había plantado sus tiendas alrededor de la encina de Saananín, cerca de Cades.
Llegaron los servidores de Absalón, entraron en la casa de la mujer y le preguntaron: '¿Dónde están Ajimás y Jonatán?'. La mujer les contestó: 'Pasaron en dirección al río'. Los buscaron y, al no encontrarlos, se volvieron a Jerusalén.
Entonces dijo a los quenitas: 'Id, retiraos, salid de en medio de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos, porque vosotros tratasteis bien a los israelitas cuando subían de Egipto'. Y los quenitas se retiraron de en medio de Amalec.
David no dejaba con vida ni hombre ni mujer, para que no fueran a Gat y dijeran lo que hacía. Tal fue su manera de proceder durante todo el tiempo que permaneció en territorio filisteo.
David dijo a Aquís: '¿Pero qué he hecho yo y qué has notado en tu siervo desde el día en que entré a tu servicio hasta hoy, para que no pueda yo ir a combatir a los enemigos de mi señor, el rey?'.