Partió David con sus hombres hacia Queilá, atacó a los filisteos, se apoderó de sus ganados y les infligió una gran derrota. Así libró David a los habitantes de Queilá.
David volvió a consultar al Señor. El Señor le respondió: 'Ánimo, baja a Queilá, porque yo entrego a los filisteos en tus manos'.
Abiatar, hijo de Ajimélec, que se había refugiado junto a David, bajó a Queilá llevando consigo el efod.
Cuando comenzó de nuevo la guerra, David salió a campaña contra los filisteos; les infligió una gran derrota y se dieron a la fuga.
Me ceñiste de fortaleza en la batalla, aplastaste bajo mis pies a mis agresores.
perseguí a mis enemigos, les di alcance, no me volví hasta acabar con ellos;
Muchos y poderosos son mis enemigos, muchos los que me odian sin motivo;