Los israelitas, al ver que el rey no les había hecho caso, le replicaron: '¿Qué tenemos que ver nosotros con David? ¡No tenemos ninguna heredad en común con el hijo de Jesé! ¡Cada uno a sus casas, Israel! Mira tú ahora por tu casa, David'. Y los israelitas se fueron a sus casas.
Se encontraba allí un hombre perverso, llamado Sebá, hijo de Bicrí, un benjaminita, que tocó la trompeta y dijo: 'Nosotros no tenemos parte con David, nosotros no tenemos herencia con el hijo de Jesé. ¡Cada uno a sus tiendas, Israel!'.
Saúl le dijo: '¿Por qué conspiráis contra mí, tú y el hijo de Jesé? Tú le diste pan y una espada y consultaste por él al Señor para que se levantase contra mí, como hoy lo hace'.
Entonces Saúl se encendió en cólera contra Jonatán y le dijo: '¡Hijo de mala madre! ¡Ya sabía yo que eres amigo del hijo de Jesé para tu vergüenza y para vergüenza de tu madre!
Al día siguiente de la nueva luna, otra vez quedó vacío el sitio de David. Y Saúl preguntó a su hijo Jonatán: '¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Jesé ni ayer ni hoy?'.
Éstos fueron los que cruzaron el Jordán el mes primero, cuando se desbordaba por todas sus márgenes, y pusieron en fuga a los habitantes del valle, tanto a los de la ribera oriental como a los de la occidental.