Se unieron a él todos los oprimidos, todos los que tenían deudas y todos los descontentos; David se hizo su jefe; llegaron a ser unos cuatrocientos hombres.
David estaba muy angustiado porque la gente quería apedrearlo, pues todos estaban muy amargados, cada uno por sus hijos y por sus hijas. Pero David se confortó en el Señor, su Dios.
David ordenó a sus hombres: '¡Que cada uno se ciña su espada!'. Cada uno se ciñó su espada, y David se ciñó también la suya; y subieron en pos de David unos cuatrocientos hombres; doscientos se quedaron junto a los bagajes.
Entonces David partió con sus hombres, en número de unos seiscientos; salieron de Queilá y andaban errantes de acá para allá. Informado Saúl de que David había escapado de Queilá, desistió de la expedición.
'Mañana a esta hora te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín; tú le ungirás como jefe de mi pueblo Israel para que salve a mi pueblo de la mano de los filisteos, porque he visto la miseria de mi pueblo y su clamor ha llegado hasta mí'.
Jefté se fue lejos de sus hermanos y se estableció en el país de Tob. Se juntó con él una pandilla de bandoleros, que hacían incursiones bajo su mando.
Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien todo fue hecho, queriendo llevar a la gloria un gran número de hijos, hiciese perfecto, mediante los sufrimientos, al jefe que debía guiarlos a la salvación.
'Vuélvete y di a Ezequías, jefe de mi pueblo: Esto dice el Señor, Dios de tu padre David: He escuchado tu oración y he mirado tus lágrimas. Te voy a devolver la salud. Dentro de tres días podrás ir al templo del Señor.
Y añadió: 'Tú conoces a tu padre y a sus hombres; son valientes y están furiosos como una osa a la que se ha quitado la cría en el campo. Tu padre es un guerrero y no pasará la noche con el pueblo.
Ya antes, cuando todavía reinaba Saúl, eras tú el que mandaba el ejército de Israel. El Señor te había dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, serás el jefe de mi pueblo Israel'.
Una mujer, esposa de un discípulo de los profetas, fue a lamentarse a Eliseo: 'Mi marido ha muerto. Tú bien sabes que tu siervo era temeroso del Señor. Pues bien, el acreedor ha venido a llevarse mis dos hijos como esclavos'.