David le respondió: 'El rey me ha dado esta orden: Que nadie conozca la misión que te confío y la orden que te he dado. Por eso he dado cita a mis hombres en tal lugar.
Y cada cual agarrará a su hermano en la casa de su padre: Tú tienes manto, sé nuestro jefe; toma en tus manos estas ruinas.
Si tienes cinco panes a mano, dámelos, o lo que encuentres'.
¡Quién pusiera este pueblo en mis manos! Quitaría de en medio a Abimelec y le diría: Refuerza tu ejército y sal a la batalla'.
David llegó a Nob, donde el sacerdote Ajimélec. Ajimélec salió a su encuentro asustado y le dijo: '¿Por qué estás solo y no hay nadie contigo?'.