Un hombre de Dios fue a ver a Elí y le dijo: 'Esto dice el Señor: Yo me manifesté claramente a la familia de tu padre, cuando estaban en Egipto, esclavos del Faraón.
La mujer fue a contárselo a su marido: 'Me ha venido a ver un hombre de Dios; tenía el aspecto de un ángel de Dios, lleno de majestad. No le pregunté de dónde era ni él me dijo su nombre.
Atravesaron las montañas de Efraín; pasaron la tierra de Salisá, pero no las encontraron; cruzaron el país de Salín, y no estaban allí; atravesaron el país de Benjamín, y no las encontraron.
Así Salomón destituyó a Abiatar del cargo de sacerdote del Señor, cumpliéndose de esta suerte la sentencia que el Señor había pronunciado contra la casa de Elí, en Silo.
Pero éste le respondió: 'Mira, aquí, en esta ciudad, hay un hombre de Dios; es un hombre muy famoso; todo lo que él dice se realiza siempre. Vamos allá. Tal vez él nos indique el camino que debemos seguir'.