Samuel siguió acostado hasta la mañana, y entonces abrió las puertas del templo del Señor. Samuel tenía miedo de contar a Elí la visión que había tenido.
Había un hombre de Ramá, un sufita de la montaña de Efraín, que se llamaba Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita.