En todas las salidas a las que le enviaba Saúl, David tenía éxito. Por eso Saúl le puso al frente de sus hombres de guerra. Todo el pueblo le quería, incluso los oficiales de Saúl.
Los maestros de la ley y los sumos sacerdotes quisieron entonces mismo echarle mano, pues comprendieron que la parábola iba por ellos, pero temieron al pueblo.
Ya antes, cuando todavía reinaba Saúl, eras tú el que mandaba el ejército de Israel. El Señor te había dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, serás el jefe de mi pueblo Israel'.
Está escrito cómo el judío Mardoqueo fue el segundo después del rey y fue estimado entre los judíos y querido por la muchedumbre de sus hermanos. Él procuró el bien de su pueblo y se preocupó del bienestar de su raza.