David corrió, se detuvo ante el filisteo, tomó su espada y, sacándola de la vaina, le remató y le cortó la cabeza. Cuando los filisteos vieron muerto a su héroe, se dieron a la fuga.
apagaron la violencia del fuego, escaparon al filo de la espada, convalecieron de la enfermedad, fueron valientes en la guerra, pusieron en fuga a los ejércitos enemigos.
David dijo a Ajimélec: '¿No tienes a mano una lanza o una espada? Porque yo no traigo conmigo ni la espada ni mis armas, pues la orden del rey era urgente'.
Mató también a un egipcio de gran talla. El egipcio blandía una lanza, y fue contra él con un palo; pero él le quitó la lanza al egipcio y le mató con su propia lanza.
Pues de la misma manera que los hijos participan de la misma carne y sangre, también él participó de modo parecido, para reducir a la impotencia mediante la muerte a aquel que tiene el imperio de la muerte, es decir, al diablo,
El sacerdote respondió: 'La espada de Goliat, el filisteo, a quien mataste en el valle del Terebinto; ahí está envuelta en un paño detrás del efod. Si quieres, puedes llevártela, porque aquí no hay más que ésa'. David respondió: 'Dámela; no hay otra como ella'.
Les cortaron la cabeza, les despojaron de sus armas e hicieron publicar la buena nueva por todo el país de los filisteos, a los cuatro vientos, a sus ídolos y al pueblo.
entraron sin ser vistos en la casa donde Isbaal estaba acostado en la cama de su dormitorio. Lo mataron, le cortaron la cabeza y caminaron durante toda la noche por el camino de la Arabá.