El Señor puso entonces aparte la tribu de Leví, destinándola a llevar el arca de la alianza del Señor, a estar en su presencia, darle culto y bendecir en su nombre, como siguen haciendo hasta hoy.
Él llamó rápidamente a su escudero y le dijo: 'Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: le mató una mujer'. Su escudero lo atravesó, y murió.
Cuando Saúl vio a David salir al encuentro del filisteo, preguntó a Abner, jefe del ejército: '¿De quién es hijo este joven, Abner?'. Abner respondió: 'Por tu vida, oh rey, que no lo sé'.