Entonces dejó en las manos de José todo cuanto poseía; con él no tenía que preocuparse de nada, a no ser del alimento que tomaba. José era guapo y esbelto.
Por la fe Moisés, apenas nacido, fue ocultado por sus padres durante tres meses, porque vieron que el niño era hermoso y no temieron el edicto del rey.
Cuando Saúl vio a David salir al encuentro del filisteo, preguntó a Abner, jefe del ejército: '¿De quién es hijo este joven, Abner?'. Abner respondió: 'Por tu vida, oh rey, que no lo sé'.
Éstas son las últimas palabras de David: 'Oráculo de David, hijo de Jesé; oráculo del hombre enaltecido, del ungido del Dios de Jacob, del cantor de los cánticos de Israel.
Uno de los jóvenes le dijo: 'Yo conozco a un hijo de Jesé, el de Belén, que toca muy bien la cítara; es valiente y hombre de guerra, sabio en sus palabras, de buena presencia, y el Señor está con él'.