Después Samuel se fue a Ramá, y Saúl a su casa, a Guibeá de Saúl.
Los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl y expusieron estas cosas al pueblo, y todo el pueblo se puso a gritar y a llorar.
Después volvía a Ramá, donde tenía su casa, y allí juzgaba a Israel. También construyó allí un altar al Señor.
También Saúl se fue a su casa, a Guibeá; y con él se fueron los valientes a los que Dios había tocado el corazón.
Se levantaron de madrugada, adoraron al Señor y se fueron a su casa de Ramá. Elcaná se unió a su mujer Ana, y el Señor se acordó de ella.