En todo el territorio de Israel no había ni un herrero, porque los filisteos se habían dicho: '¡Que los hebreos no puedan fabricarse espadas ni lanzas!'.
El Señor me mostró dos cestas de higos, que estaban delante del templo del Señor. Esto sucedió después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado al destierro, de Jerusalén a Babilonia, a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, con sus nobles, sus cerrajeros y sus herreros.