Todos los que lo conocían de antes y lo veían profetizando con los profetas, se decían unos a otros: '¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿También Saúl anda entre los profetas?'.
Allí se despojó también él de sus vestidos y profetizó en presencia de Samuel; después cayó desnudo en tierra y estuvo así todo el día y toda la noche. De ahí viene el dicho: '¿También Saúl entre los profetas?'.
Todos los que lo escuchaban se quedaban estupefactos y decían: '¿No es éste el que perseguía en Jerusalén a los que invocan ese nombre, y no ha venido aquí para llevarlos encadenados a los sumos sacerdotes?'.
Al ver, por una parte, la valentía de Pedro y Juan, y comprendiendo, por otra, que eran hombres sin instrucción y cultura, estaban sorprendidos. Reconocían que habían estado con Jesús;
Y reconocían que era el que solía sentarse junto a la puerta Hermosa a pedir limosna; y se quedaron admirados y desconcertados por lo que le había sucedido.