Había un hombre de Ramá, un sufita de la montaña de Efraín, que se llamaba Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita.
David era el hijo de un efrateo de Belén de Judá, llamado Jesé, que tenía ocho hijos. Este hombre, en tiempos de Saúl, era ya viejo, muy entrado en años.
Cuando llegaron al país de Suf, Saúl dijo al mozo que le acompañaba: 'Demos la vuelta, no sea que mi padre, más que por las asnas, esté intranquilo por nosotros'.
Los de Galaad quitaron a los de Efraín los vados del Jordán, y cuando los fugitivos de Efraín decían: 'Dejadnos pasar', les preguntaban: '¿Eres tú de Efraín?'. Si respondían: 'No',
Atravesaron las montañas de Efraín; pasaron la tierra de Salisá, pero no las encontraron; cruzaron el país de Salín, y no estaban allí; atravesaron el país de Benjamín, y no las encontraron.