Al final de esos siete años, abandonó el territorio de los filisteos, y se fue a hablar con el rey de Israel para que le devolviera su casa y sus tierras.
Todavía no habían caminado mucho cuando Noemí les dijo: —Mejor regresen a vivir con sus familias. Que Dios las trate bien, como ustedes me han tratado a mí y trataron a mis hijos.