»Yo los guiaré constantemente, les daré agua en el calor del desierto, daré fuerzas a su cuerpo, y serán como un jardín bien regado, como una corriente de agua.
18 (4.18) »Cuando llegue ese día, en los cerros y en las colinas habrá vino y leche en abundancia; y nunca faltará el agua en los arroyos de Judá, pues del templo saldrá un manantial que regará el valle de Sitim.
»En las dos orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales. Sus hojas nunca se caerán, sino que se usarán como medicina. Serán regados con el agua que sale del templo, y el fruto que darán cada mes servirá de alimento».
Cuando ellos lleguen a Jerusalén disfrutarán de mis bendiciones. Yo les daré trigo, vino y aceite, y también vacas y ovejas, para que hagan fiesta. Serán como un jardín bien regado, y nunca más perderán su fuerza.
¡Avergüenza a mis enemigos, pero no me avergüences a mí! ¡Haz que tiemblen de miedo, pero a mí no me asustes! ¡Mándales tiempos difíciles, y destrúyelos de una vez!»
Lot miró a su alrededor y vio que en el valle del río Jordán nunca faltaba agua. Y es que antes de que Dios destruyera las ciudades de Sodoma y Gomorra, todo ese valle hasta Sóar era tan hermoso como el jardín de Edén y tan fértil como la tierra de Egipto.