Los israelitas obedecieron todo lo que Dios le había ordenado a Moisés. Cada uno acampó bajo su propia bandera, y marchó con su propia familia y su propia tribu.
Ese día, tal como Dios les había ordenado por medio de Moisés, los israelitas se levantaron y siguieron la nube desde el desierto de Sinaí hasta el desierto de Parán.