5 (20) »Yo voy a hacer que florezca una de las varas, y el dueño de la vara que florezca será mi elegido para guiar al pueblo. Así el pueblo dejará de hablar mal de ustedes».
y les dijo a Coré y a su grupo: —¡Ustedes, descendientes de Leví, son los que me tienen harto! Vengan mañana temprano con su brasero para quemar incienso y pónganlo delante de Dios. Entonces Dios elegirá a los que él quiera que le sirvan en el santuario, y solo ellos podrán hacerlo.
5-6 (6-7) Haré que prosperen. Seré para ustedes como el rocío, que hace florecer a los lirios. Los haré crecer como un árbol; así echarán profundas raíces y extenderán sus hermosas ramas; tendrán la belleza de los olivos y el grato aroma de los cedros.
y que les prenda fuego a tus casas. Así cumplirán tus amigas la sentencia contra ti, delante de muchas otras naciones. Solo así dejarás de portarte como una prostituta, y ya no les darás tus riquezas a los ídolos de esas naciones.
»El Dios todopoderoso dice: “¡Estoy muy enojado y furioso! Haré que tiemblen el cielo y la tierra, castigaré a los malvados, y humillaré a los orgullosos. Cuando acabe con ellos, será más difícil encontrar un babilonio con vida que una aguja en un pajar.
Rechazan la enseñanza del Dios santo de Israel; desprecian los mandamientos del Dios único y perfecto. Por eso, así como el fuego quema la paja así también desaparecerán ustedes: serán como plantas que se pudren de raíz y sus flores se convierten en polvo.
10 (25) Dios le dijo a Moisés: «Toma la vara de Aarón y ponla ante el cofre del pacto. Allí se quedará guardada, y les servirá de advertencia a los rebeldes para que dejen de protestar. Si me obedecen, no morirán».
Los israelitas siempre se quejaban con Dios por los problemas que tenían. Cuando Dios oyó sus quejas, se enojó mucho y prendió un fuego alrededor del campamento.
6 (21) Entonces Moisés les dijo a los israelitas que cada jefe de tribu debía llevarle una vara con su nombre escrito en ella. Las varas serían doce en total, entre las que estaría la de Aarón.
»Además, los de la tribu de Leví desarmarán el santuario cuando el pueblo se ponga en marcha; cuando se detenga, lo armarán de nuevo. »Toda persona que se acerque al santuario y no sea de la tribu de Leví, morirá.
ustedes les dirán que, cuando los sacerdotes entraron al río con el cofre del pacto, las aguas del Jordán dejaron de correr. Así que estas piedras les recordarán siempre a los israelitas lo que Dios hizo aquí».
Ozías llegó a tener tanta fama y poder que se volvió orgulloso, y fue precisamente su orgullo lo que causó su ruina. Llegó a tal punto su orgullo que un día entró en el templo y quiso quemar incienso en el altar, lo cual Dios permitía solo a los sacerdotes.