«Si alguno de ustedes quiere ser mi discípulo, tendrá que amarme más que a su padre o a su madre, más que a su esposa o a sus hijos, y más que a sus hermanos o a sus hermanas. Ustedes no pueden seguirme, a menos que me amen más que a su propia vida.
Eliseo dejó los bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo: —Déjame darle un beso a mi padre y a mi madre para despedirme, y después te seguiré. Elías le contestó: —Está bien, ve a despedirte. Pero recuerda lo que he hecho contigo.
Pero me preocupó no encontrar allí a nuestro hermano Tito. Por eso me despedí de los miembros de la iglesia en Tróade, y me fui a la región de Macedonia.