Los otros invitados comenzaron a preguntarse: «¿Cómo se atreve este a perdonar pecados?»
«¿Cómo se atreve este a hablar así? ¡Lo que dice es una ofensa contra Dios! Solo Dios puede perdonar pecados.»
Algunos de los maestros de la Ley, que estaban en aquel lugar, pensaron: «¿Qué se cree este? ¿Se imagina que es Dios? ¡Qué equivocado está!»
Ese mismo día, Jesús y sus discípulos fueron a comer a casa de Mateo. Allí también estaban comiendo otros cobradores de impuestos y gente de mala fama.