Todos los que estaban allí se admiraron al oírlos.
La gente se asombró mucho, y decía: «¿Qué clase de poder tiene este hombre? Con autoridad y poder les ordena a los espíritus malos que salgan, ¡y ellos lo obedecen!»
Todos estaban admirados de su inteligencia y de las respuestas que daba a las preguntas que le hacían.
José y María quedaron maravillados por las cosas que Simeón decía del niño.
Dios vive en el monte Sión, y él me ha dado hijos para que juntos sirvamos de advertencia a su pueblo.
Luego salieron y contaron lo que el ángel les había dicho acerca del niño.
María quedó muy impresionada por todo lo que estaba sucediendo, y no dejaba de pensar en eso.