Dios le dijo a Isaías: «Súbete a una montaña y anuncia esta buena noticia a los habitantes de Jerusalén. No tengas miedo; grita con todas tus fuerzas y di a las ciudades de Judá: “¡Aquí viene nuestro Dios!
El fiel servidor de Dios dijo: «El espíritu de Dios está sobre mí, porque Dios me eligió y me envió para dar buenas noticias a los pobres, para consolar a los afligidos, y para anunciarles a los prisioneros que pronto van a quedar en libertad.
Isaías dijo: «Qué hermoso es ver al que llega por las colinas trayendo buenas noticias: noticias de paz, noticias de salvación, y le dice a Jerusalén: “¡Tu Dios reina!”
»Pero yo, el Dios de Israel, desde un principio anuncié al pueblo de Jerusalén todas estas cosas; además, les envié un mensajero para anunciarles que muy pronto su gente volverá.
Pero esto será así, solo si mantienen su confianza en Cristo y siguen creyendo en lo que nos promete el mensaje de la buena noticia. Este mensaje ha sido anunciado por todo el Imperio Romano, y yo colaboro anunciándolo.
Los días siguientes, Jesús fue por muchos pueblos y ciudades anunciando las buenas noticias del reino de Dios. Con Jesús andaban también sus doce discípulos
Dios le dijo a su fiel servidor: «Yo te he enviado para que reúnas a las tribus de Israel y las hagas volver a su patria. Aun esto es muy poco para ti. Por eso te pondré como una luz para las naciones, y haré que lleves la salvación hasta el último rincón del mundo».
Me dijo: “¡No tengas miedo, ni te preocupes de nada! ¡Alégrate y ten valor, pues Dios te ama!” »Y mientras me decía esto, sentí que me volvían las fuerzas. Entonces le dije: “Mi señor, ahora puede usted hablarme, pues ya tengo nuevas fuerzas”.