Cuando éramos niños, nuestros padres aquí en la tierra nos corregían, y nosotros los respetábamos. Con mayor razón debemos obedecer a Dios, que es nuestro Padre que está en el cielo, pues así tendremos vida eterna.
¡Ustedes no saben nada, son unos tontos! No se dan cuenta de que el templo es más importante que el oro, y que el templo hace que el oro sea valioso ante Dios.
Dios me dio este mensaje para los israelitas: «Yo soy el Dios todopoderoso. Yo fui quien extendió los cielos y afirmó las bases de la tierra. Yo soy quien dio vida a todos los seres humanos.
«Ustedes, jovencitos sin experiencia, enamorados de su propia ignorancia; y ustedes, jovencitos malcriados, que parecen muy contentos con su mala educación, ¿seguirán siendo siempre así? Y ustedes, los ignorantes, ¿seguirán odiando el conocimiento?
Moisés y Aarón se tiraron de cara al suelo, y le dijeron a Dios: —Dios mío, tú que nos das vida a todos, ¡no los mates! ¿Vas a destruirlos por culpa de un solo hombre?
Entonces Dios tomó un poco de polvo, y con ese polvo formó al hombre. Luego sopló en su nariz, y con su propio aliento le dio vida. Así fue como el hombre comenzó a vivir.
Al ver Dios tal belleza, dijo: «Hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros. Que domine a los peces del mar y a las aves del cielo, a todos los animales de la tierra, y a todos los reptiles e insectos».