Además, se vuelven perezosas y se acostumbran a andar de casa en casa para llevar y traer chismes, y para meterse en asuntos ajenos y hablar de lo que no deben.
y cuando ella y toda su familia fueron bautizados, nos rogó: «si ustedes consideran que soy fiel seguidora del Señor, vengan a quedarse en mi casa.» Y nos convenció.
En cuanto Pablo y Silas salieron de la cárcel, se fueron a la casa de Lidia. Allí vieron a los miembros de la iglesia y los animaron a seguir confiando en Jesús. Luego, Pablo y Silas se fueron de la ciudad.
Ese sacerdote tendrá derecho a recibir la misma cantidad de alimentos que los otros sacerdotes, y podrá también vender sus pertenencias y disfrutar del dinero de la venta».