A medida que el niño Juan crecía, también aumentaba su poder espiritual. Y vivió en el desierto hasta el día en que Dios le ordenó llevar su mensaje al pueblo de Israel.
Uno de ellos le dijo: —Yo conozco a uno. Se llama David, y es hijo de Jesé, el que vive en Belén. David toca muy bien el arpa, y es también un guerrero muy valiente; además, sabe hablar bien y es muy bien parecido. ¡Y Dios siempre lo ayuda!