Entonces el joven se arrodilló ante Jesús y le dijo: —Señor Jesús, creo en ti.
En eso, Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se acercaron a él, le abrazaron los pies y lo adoraron.
Todos los que estaban en la barca se arrodillaron ante Jesús y le dijeron: —¡Es verdad, tú eres el Hijo de Dios!
Tomás contestó: —¡Tú eres mi dueño y mi Dios!
mientras ellos lo adoraban. Después de esto, los discípulos regresaron muy contentos a Jerusalén,
Cuando se encontraron con él, lo adoraron, aunque algunos de ellos todavía dudaban de que realmente fuera Jesús.
11 (12) Su Majestad te desea; tu hermosura lo cautiva. Harás todo lo que te pida, pues pronto será tu esposo.
Adoren a Dios, para que no se enoje, pues fácilmente se enfurece, y podría quitarles la vida. ¡Dios bendice a todos los que en él confían!
De pronto, un hombre que tenía lepra se acercó a Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo: —Señor, yo sé que tú puedes sanarme. ¿Quieres hacerlo?
Luego Jesús dijo: «Yo he venido al mundo para juzgarlos a todos. Les daré vista a los ciegos, y se la quitaré a los que ahora creen ver bien.»