Cuando Jesús recibió el mensaje, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte. Servirá para mostrar el poder de Dios, y el poder que tengo yo, el Hijo de Dios.»
»Ahora los ciegos pueden ver y los cojos caminan bien. Los leprosos quedan sanos, y los sordos ya pueden oír. Los que estaban muertos han vuelto a la vida, y a los pobres se les anuncia la buena noticia de salvación.
Después de haber hablado con Job, Dios se dirigió a Elifaz y le dijo: «Estoy muy enojado contigo y con tus dos amigos. Lo que han dicho ustedes de mí no es verdad; en cambio, es verdad lo que ha dicho Job.
Los jefes de la Junta Suprema les advirtieron que tenían que dejar de hablar de Jesús. Luego los soltaron, porque no podían castigarlos, pues todo el pueblo alababa a Dios por haber sanado milagrosamente a ese hombre, que tenía más de cuarenta años de edad.
Cuando los que vivían en la isla vieron a la serpiente colgada de la mano de Pablo, dijeron: «Este hombre debe ser un asesino porque, aunque se salvó de morir ahogado en el mar, la diosa de la justicia no lo deja vivir.»