Ellos le hicieron esa pregunta para ponerle una trampa. Si él respondía mal, podrían acusarlo. Pero Jesús se inclinó y empezó a escribir en el suelo con su dedo.
»Los que te abandonan quedarán avergonzados. ¡Desaparecerán como el polvo que se lleva el viento! »Solo tú, Dios de Israel, eres la fuente de vida. ¡Tú eres nuestra única esperanza!
Un maestro de la Ley se acercó para ver si Jesús podía responder a una pregunta difícil, y le dijo: —Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?
Los fariseos llegaron a donde estaba Jesús y comenzaron a discutir con él. Para ponerle una trampa, le pidieron que demostrara con alguna señal milagrosa que él venía de parte de Dios.
Pero Jesús no respondió nada. Entonces el jefe de los sacerdotes le dijo: —Dinos por Dios, quien vive para siempre, si eres tú el Mesías, el Hijo de Dios.
Algunos de los fariseos y de los saduceos se acercaron a Jesús para ponerle una trampa, y le dijeron: —Queremos que hagas un milagro que pruebe que Dios te ha enviado.
»El trabajo que yo los envío a hacer es peligroso. Es como enviar ovejas a un lugar lleno de lobos. Por eso, sean listos y estén atentos como las serpientes, pero sean también humildes, como las palomas.
De pronto, una mano apareció sobre la pared y comenzó a escribir. La luz de las lámparas permitía ver bien cómo escribía. En cuanto el rey vio la mano,
Como Jesús sabía que ellos eran unos hipócritas, les respondió: —¿Por qué quieren ponerme una trampa? Tráiganme una de las monedas que se usan para pagar el impuesto.