Cuando llegaron cerca del Monte de los Olivos y empezaron a bajar a Jerusalén, todos los seguidores de Jesús se alegraron mucho. Todos gritaban y alababan a Dios por los milagros que Jesús había hecho, y que ellos habían visto.
Después, Jesús y sus discípulos se fueron al Monte de los Olivos, que está frente al templo. Jesús se sentó y, cuando estaban solos, Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron: