Cuando algunos de los que estaban allí oyeron esto, dijeron: «De veras que este hombre es el profeta que Dios nos iba a enviar.»
Y los que venían con Jesús contestaban: —¡Es Jesús, el profeta! Él es de Nazaret, el pueblo de Galilea.
Y ellos volvieron a preguntarle: —¿Eres Elías? Juan les respondió: —No; no soy Elías. Pero los sacerdotes y sus acompañantes insistieron: —¿Eres tú el profeta que Dios iba a enviar? —No —dijo Juan.
Cuando todos vieron este milagro, dijeron: «De veras este es el profeta que tenía que venir al mundo.»
Al oír esto, la mujer le dijo: —Señor, me parece que usted es un profeta.
La gente hablaba mucho de él, y algunos decían: «Jesús es un buen hombre». Pero otros decían: «De bueno no tiene nada; es un embustero.»