Los soldados y los guardias del templo cayeron de espaldas al suelo.
Cuando mis malvados enemigos me atacan y amenazan con destruirme, son ellos los que tropiezan, son ellos los que caen.
¡Que sean derrotados y puestos en vergüenza todos los que odian a Jerusalén!
14 (15) Confunde y avergüenza a todos los que quieren matarme; haz que huyan derrotados todos los que desean mi mal;
Entonces, Jesús volvió a preguntarles: —¿A quién buscan? —A Jesús de Nazaret —respondieron de nuevo.