Sin embargo, muchos judíos y algunos de sus líderes creyeron en Jesús, pero no se lo decían a nadie, porque tenían miedo de que los fariseos los expulsaran de la sinagoga.
Los padres dijeron esto porque tenían miedo de los jefes judíos, ya que ellos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a todo el que creyera y dijera que Jesús era el Mesías.
Después de esto José, de la ciudad de Arimatea, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era seguidor de Jesús, pero no se lo había dicho a nadie porque tenía miedo de los líderes judíos. Pilato le dio permiso, y José se llevó el cuerpo.
»Dios los bendecirá a ustedes cuando la gente los odie o los insulte, o cuando sean rechazados y nadie quiera convivir con ustedes. La gente los tratará así solo porque me obedecen a mí, el Hijo del hombre.
Isaías dijo: «Ustedes que adoran a Dios, escuchen su mensaje: “Algunos de sus compatriotas, que les tienen mucho odio porque me adoran, dicen burlonamente: ‘Que Dios muestre su poder, a ver si se ponen contentos’. ¡Pero esos que los odian serán avergonzados!
¿Quiénes son esos dioses que tanto los asustan, para que me sean infieles y me olviden por completo? »Cuando ustedes no me adoraban, yo me quedaba callado y cerraba los ojos.
El rey Sedequías me respondió: —Francamente, tengo miedo de los judíos que se han unido a los babilonios. Si llego a caer en sus manos, no me irá nada bien.