Entonces los gabaonitas enviaron a decir a Josué, que estaba en el campamento en Guilgal: «¡Vengan enseguida a ayudarnos! Los reyes amorreos que viven en los cerros se han unido y nos están atacando. ¡No nos abandonen! ¡Sálvennos!»
En el desierto viven los amalecitas, en las montañas viven los hititas, los jebuseos y los amorreos, y entre el mar y el río Jordán viven los cananeos.
Pero al fin de esos cuatrocientos años, tus descendientes podrán volver a este país, pues los amorreos que ahora lo ocupan son tan malvados que en ese tiempo los expulsaré».
Por el contrario, los israelitas recuperaron las ciudades y territorios que los filisteos les habían quitado, desde Ecrón hasta Gat. Así fue como hubo paz entre los israelitas y los habitantes de Canaán.
Mientras tanto, el ejército del rey de Babilonia estaba atacando las ciudades de Jerusalén, Laquis y Azeca. Estas ciudades eran las únicas protegidas por grandes murallas, y por eso aún no habían sido conquistadas.