Y cuando llegue el momento, sus mejores guerreros y sus jóvenes caerán muertos por las calles. Con el fuego que prenderé a los altos muros de Damasco, arderán los palacios de Ben-adad. Yo soy el Dios todopoderoso y les juro que así será».
¡Que se mueran sus caballos, y sean destrozados sus carros de guerra! ¡Que todos sus soldados extranjeros se acobarden y se mueran! ¡Que les roben todos sus tesoros! ¡Que se sequen sus ríos!