»Mi pueblo no ha querido reconocerme como su Dios, y por eso se está muriendo. ¡Ni los sacerdotes me reconocen! Por eso no quiero que sigan sirviendo en mi templo. Ya que olvidaron mis mandamientos, yo también me olvidaré de sus hijos.
Hasta la cigüeña y la grulla conocen las estaciones del año; también la tórtola y la golondrina saben cuándo ir a un lugar más cálido. En cambio, este pueblo no me conoce ni quiere obedecer mis leyes.
»Ahora los ciegos pueden ver y los cojos caminan bien. Los leprosos quedan sanos, y los sordos ya pueden oír. Los que estaban muertos han vuelto a la vida, y a los pobres se les anuncia la buena noticia de salvación.
3 (2) Dios dijo: «Esta gente dice que me ama, pero en este país todos mienten y todo va de mal en peor. ¡Este pueblo dice más mentiras que las flechas que un guerrero dispara en la batalla!