Y le dijo a José: —El Dios todopoderoso se me apareció en Betel, una ciudad de Canaán. Allí me bendijo
Tus antepasados me conocieron con el nombre de Dios todopoderoso, pero no por mi verdadero nombre, que es Yo soy.
Mi deseo es que el Dios todopoderoso te bendiga y te dé muchos, muchos hijos. Deseo también que te conviertas en una gran nación.
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, Dios se le apareció y le dijo: «Yo soy el Dios todopoderoso. Obedéceme siempre y pórtate con honradez.
La presencia de Dios la hacía brillar, y su brillo era como el de una joya, como el de un diamante, transparente como el cristal.
Cuando le dijeron a Jacob que José había llegado para verlo, Jacob hizo un esfuerzo y se levantó de la cama.
¡Gracias al Dios de tu padre, que te brinda su ayuda! ¡Gracias al Dios que todo lo puede y que siempre te bendice! ¡Con bendiciones del alto cielo! ¡Con bendiciones del mar profundo! ¡Con bendiciones a las madres que tienen hijos y los alimentan!