Era tanto lo que Lot y Abram tenían, que ya no podían vivir juntos en la misma región.
Pero los que solo piensan en ser ricos caen en las trampas de Satanás. Son tentados a hacer cosas tontas y perjudiciales, que terminan por destruirlos totalmente.
Para quedar bien con Abram, el rey le regaló ovejas, vacas, burros, burras, sirvientes, sirvientas y camellos.
Para entonces Abram ya era muy rico, pues tenía oro, plata y ganado.