«Señor y Dios nuestro; tú mereces que te alaben, que te llamen maravilloso, y que admiren tu poder. »Porque tú creaste todo lo que existe; gracias a ti, todo fue creado.»
Dios decidió darles a conocer este plan tan grande y maravilloso para todas las naciones, y que es el siguiente: Dios envió a Cristo, para que habite en ustedes y les dé la seguridad de que van a compartir el poder y la gloria de Dios.
También le pido a Dios que les haga comprender con claridad el gran valor de la esperanza a la que han sido llamados, y de la salvación que él ha dado a los que son suyos.
»El Dios altísimo dio un reino muy grande al rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad. Todas las naciones lo respetaban y reconocían su grandeza. También le tenían miedo, porque él decidía a quién matar y a quién dejar con vida, a quién humillar y a quién poner en un lugar importante.
36 (33) »Tan pronto como dije esto, sané de mi locura y recuperé la grandeza de mi reino. ¡Volví a ser el mismo de antes! Todos mis consejeros y jefes de mi reino vinieron a servirme, y llegué a ser más poderoso que antes.
Ezequías les dio la bienvenida y les mostró todos los tesoros del palacio, el oro y la plata, los perfumes, los aceites finos, y las armas y todo lo que había en las bodegas. Recorrieron todo el palacio y el reino, y no hubo nada que Ezequías no les mostrara.
3-4 (4-5) ¡Su Majestad es valiente y cabalga con gran elegancia, llevando la espada en la cintura! Sale a luchar por la verdad, sale a luchar por la justicia. Con el poder de su brazo realiza grandes hazañas y sale victorioso.
Después ordenó que se preparara otra fiesta para todos los que vivían en Susa, desde el más importante hasta el menos importante. La fiesta se realizó en los jardines del palacio y duró siete días.